Cuenta la leyenda que hace muchos años, pero muchos años, una diosa inmortal, La Luna, envió una liebre a la Tierra con el siguiente mensaje:
"Dile a los humanos que han sido creados a mi imagen y semejanza y que sus vidas son como la mía. Cuando llegan a este mundo , son tan débiles y frágiles como la Luna Nueva. Pero pronto crecen y cuando alcanzan la madurez brillan como la Luna Llena. Después comienza la segunda mitad de sus vidas, se van debilitando y van perdiendo fuerzas hasta que un día desaparecen como me ocurre a mi cuando llega la Luna Nueva. Pero ese no es el final de la historia. Lo más importante viene después, la muerte no es más que una fase pasajera y como yo, después de tres días, renacerán. Hay vida tras la muerte, que no lo olviden nunca."
La Luna, ese mágico astro que aparece y desaparece, que muere y vuelve a renacer. Pero siempre con milimétrica exactitud vuelve asomar y recorrer el cielo. Y lo hace de distintas formas o fases como les denominamos nosotros. Veintinueve días y medio tarda en completar un ciclo y nos dio los meses. Más o menos el ciclo menstrual de las mujeres. Fue su presencia la que hizo que los primeros humanos tuvieran conciencia de los días y tiempos después los años. Y los tres días que tarda en pasar de la oscuridad de la Luna Nueva a la luz, señalan entre otros los Tres Días de la Resurrección de Cristo.
La Luna alimenta y disipa nuestros ancestrales miedos. Porque nosotros no tenemos defensas naturales en la oscuridad ante los depredadores. Y así, a través de los tiempos, se crearon mitos y leyendas sobre ese satélite que sin él no habría vida en la Tierra.
Aunque hermosos los cuentos que se fueron propagando a lo largo de los tiempos, no dejan de ser bellas historias inventadas. Lo cierto es que La Luna es como la vida misma. Llena de momentos de oscuridad; otros de creciente o decreciente optimismo o desazón y momentos de plena felicidad. Y como ella, tras cada día llega la noche y volvemos a la luz. Quizás sea su ejemplo el que guía a los seres vivos en la lucha por la vida. Que nunca hay que rendirse, que tras la oscuridad llega la luz. Y para los más soñadores y mágicos, recuerden la última parte de la leyenda.