Regalia (Masdevallia) princeps; probablemente Acalyptratae sp. (mosca): El aroma putrefacto de la orqu?dea Masdevallia resulta irresistible para una mosca.
?????Los animales no tenemos suficiente aprecio por las plantas. Cuando queremos tachar a un cong?nere de ineficaz o superfluo, decimos que es ?un florero?, y cuando hablamos de ?un vegetal? nos referimos a una persona que, tras perder la mayor?a de las funciones esenciales para salir adelante por s? misma en la vida, ha quedado reducida a un estado vegetativo, de m?xima indefensi?n. Sin embargo, las plantas se las arreglan muy bien tal como son, y ya lo hac?an millones de a?os antes de nuestra aparici?n. Es cierto que carecen de habilidades tales como la locomoci?n, el uso de he??rramientas, el dominio del fuego o los milagros de la conciencia y el lenguaje. Para animales como nosotros, ?stos son los instrumentos que consideramos m?s ?avanzados? para defendernos en la vida, lo cual no es de extra?ar, ya que hasta el momento han sido el brillante destino de nuestro viaje evolutivo. Pero la pr?xima vez que sintamos la tentaci?n de ensalzar la conciencia humana como el pin?culo de la evoluci?n, haremos bien en reflexionar de d?nde nos viene la idea. De la conciencia humana. Una fuente muy poco objetiva.
La diversidad de las orqu?deas es extraordinaria. Durante los ?timos 80 millones de a?os, cerca de 25.000 especies silvestres han crecido en los seis continentes, en casi todo tipo de h?bitat. Representan una cuarta parte de las plantas con flores del planeta y su n?mero de especies es cuatro veces mayor que el de mam?feros y el doble que el de aves.
Secuencia superior, (de izquierda a derecha): Bulbophyllum mastersianum; Pheladenia deformis; Masdevallia coccinea; Trigonidium egertonianum; Regalia (Masdevallia) princeps; Caladenia (Leptoceras) menziesii.
Secuencia central, (de izquierda a derecha): Orqu?deas de la Crocker Range Collection, Sabah, Malaysia: Pterostylis sp.; Gongora quinquenervis; una ara?a permanece al acecho en una flor de Gongora, esperando dar caza a un insecto; Bulbophyllum blumei; Lepanthes antilocapra; Lockhartia amoena.
Secuencia inferior, (de izquierda a derecha): detalle de una orqu?dea ara?a; Aspasia epidendroides; Chiloglottis sp.; Pterostylis sp.; orqu?dea del Tenom Agricultural Centre, Sabah, Malaysia; Calanthe pulchra.
???? Alabemos, pues, otros hitos de la evoluci?n, esos que acaparar?an mucha m?s atenci?n si los libros de historia natural los escribieran las plantas y no los animales. Mientras nosotros perfeccion?bamos la locomoci?n, la conciencia y el lenguaje, las plantas estaban muy ocupadas desarrollando un juego de artima?as completamente diferente, a partir del aspecto m?s esencial de su existencia: el hecho de tener ra?ces. ?C?mo hacer para propagar los genes sin moverse del sitio? El secreto es ser muy, pero que muy bueno en cosas como la bioqu?mica, la ingenier?a, el dise?o, el color y el arte de manipular a criaturas ?superiores?, entre ellas a animales como nosotros. Me refiero concretamente a una de las familias m?s grandes y diversificadas de plantas con flores: las 25.000 especies de orqu?deas que, en los ?ltimos 80 millones de a?os, han logrado co??lonizar cinco continentes y pr?cticamente todos los h?bitats terrestres imaginables: desde los de??siertos del oeste de Australia hasta los bosques nu??bosos de Am?rica Central; desde el dosel de los ?rboles hasta el sotobosque, y desde las cumbres monta?osas del Mediterr?neo hasta las salas de estar, oficinas y restaurantes de todo el mundo.
Ophrys speculum: En la isla de Cerde?a, las flores de la abejera de espejo imitan a la perfecci?n el reflejo del cielo azul en las alas de una avispa hembra. Los machos de la avispa, seducidos por el aspecto y el olor de la flor, acaban al servicio de la orqu?dea, transportando el polen de una planta a otra.
??????Cu?l es la clave de su ?xito? En una palabra, el enga?o. Aunque algunas orqu?deas ofrecen las tradicionales recompensas nutritivas a los insectos y las aves que transportan el polen de una planta a otra, alrededor de un tercio de las especies comprendieron hace tiempo (inconscientemente, claro) que pueden ahorrar en el gasto de n?ctar y aumentar las probabilidades de reproducirse desarrollando alg?n h?bil truco, que puede ser visual, arom?tico, t?ctil o las tres cosas a la vez. Hay orqu?deas que atraen a las abejas con la promesa de alimento imitando el aspecto de las flores productoras de n?ctar, mientras que otras, como la orqu?dea Dracula, seducen a los mosquitos con una bater?a de olores desagradables, desde el hedor a hongos y carne podrida hasta el olor a orina de gato o pa?ales sucios de beb?. Algunas prometen refugio asumiendo formas florales que imitan nidos de insectos o las c?maras donde ponen sus huevos. Otras imitan a las abejas macho en vuelo, para incitar un combate por el territorio que lleve a la polinizaci?n.
Pero quiz? la estratagema m?s h?bil de todas sea la de aquellas orqu?deas que prometen sexo. Y no precisamente sexo normal, sino de lo m?s retorcido y poco ortodoxo.
Ophrys Eleonorae X O. Lupercalis; Andrena sp. (abeja): Cada polinizador merece una estratagema: una flor de abejera h?brida que crece en Italia adopta la forma de una abeja hembra para adherir los polinios a un macho de abeja de la arena.
???? Con la esperanza de observar algo de ese sexo vegetal, Michael Pollan viaj? hace poco a Cerde?a, una isla monta?osa, azotada por el viento y poco poblada que est? a 190 kil?metros de la costa occidental de Italia y es famosa desde hace mucho tiempo por su biodiversidad floral. Iba en busca de una de las orqu?deas m?s diab?licas e ingeniosas: Ophrys, a la que algunos bot?nicos llaman ?orqu?dea promiscua?. Deseaba verla y conocer a su desventurado polinizador desde que ley? una informaci?n referente a su es??trategia reproductora, que consiste en lo que su gu?a de campo describi? como ?enga?o sexual? y ?seudoc?pula?. Sus averiguaciones acerca de la orqu?dea promiscua cambiaron radicalmente mi percepci?n de lo que una planta astuta es capaz de hacer a un ingenuo animal.
Orchis Papilionacea: Para atraer a las abejas, esta espectacular orqu?dea de Cerde?a se disfraza de banquete de n?ctar, una de las estratagemas que asombraron a Darwin, y que siguen fascin?ndonos.
?????En el caso de esta Ophrys en concreto, ese animal es un pariente del abejorro. La orqu?dea no ofrece ninguna recompensa de n?ctar ni de polen, sino que seduce a los machos con una promesa de sexo ap?cola y despu?s se asegura la polinizaci?n procediendo a frustrar el deseo que ha instigado en ellos. La planta logra llevar a cabo su enga?o sexual imitando el aspecto, el olor e incluso el tacto de una abeja hembra.
La b?squeda de orqu?deas puede ser una tarea ardua en muchos lugares, pero en las monta?as de Cerde?a, diferentes Ophrys crecen como malas hierbas al borde de las carreteras. En abril, cuando florecen, es f?cil distinguirlas desde un coche en marcha. De cerca, el labio inferior, o labelo, de estas orqu?deas diminutas tiene un parecido extraordinario con una abeja hembra vista por detr?s. Esa seudoabeja, que en algunas especies de Ophrys presenta incluso pelos falsos y estructuras que parecen codos e iridiscentes alas plegadas, parece tener la cabeza metida en una flor verde, formada por los s?palos de la flor aut?ntica. Para reforzar el enga?o, desprende un olor que, seg?n se ha demostrado, coincide exactamente con las feromonas de la abeja hembra.
Diuris magnifica: Con su excelente imitaci?n de la planta del guisante, esta orqu?dea conf?a en que se posen sobre ella las abejas descuidadas que van en busca de flores cargadas de n?ctar. El minimalista ramillete de la imagen contradice la tendencia de esta especie a formar grandes c?mulos florales: conjuntos de cientos de flores larguiruchas que surgen de tub?rculos subterr?neos y alegran los bosques de Australia occidental.
?????En la polinizaci?n de una orqu?dea, el enga?o sexual tiene un ?ndice de ?xitos desigual, pero cuando funciona, lo hace de la siguiente manera: la abeja macho aut?ntica se posa sobre la seudoabeja (es decir, el labelo) e intenta copular. En medio de esos in?tiles esfuerzos, empuja el ginostemo de la orqu?dea (una estructura que alberga los ?rganos reproductores masculinos y femeninos), y dos masas amarillas llenas de polen (llamadas polinios) se le quedan pegadas al dorso con una sustancia adhesiva de secado r?pido. La frustraci?n aumenta, hasta que por fin la abeja comprende que la han enga?ado. Entonces sale volando bruscamente, con los polinios adheridos, en busca de aut?ntica compa??a femenina.
Diuris magnifica: Con el fin de atraer a abejas y escarabajos, las especies del g?nero Diuris, en su mayor?a carentes de n?ctar, imitan a las flores de papilion?ceas de su entorno, rebosantes de n?ctar. Es una flor ?nica de Australia, un invernadero evolutivo que, seg?n el bot?nico Kingsley Dixon, ?bulle de enga?os?.
?????Hab?a algo de pat?tico en la abeja que vio, vo??lando fren?ticamente con algo parecido a un par de bombonas de ox?geno amarillas cargadas a la espalda. La hab?an engatusado con la promesa de sexo, de aut?ntico sexo ap?cola, cuando lo ?nico que hab?a era sexo vegetal, y en ese mo??mento, mientras buscaba una segunda relaci?n m?s satisfactoria, en realidad se encontraba, sin saberlo, en pleno acto sexual de la orqu?dea. Algunos bot?nicos se han referido a las abejas polinizadoras como ?penes voladores?, pero la mayor?a de las abejas del mundo desempe?a ese papel contra su voluntad, pensando en la comida m?s que en el sexo. No puede decirse lo mismo de la pobre y estafada abeja de la orqu?dea.
Caladenia Pectinata; (avispas t?nidas): Tras seguir el rastro del perfume hasta su origen, avispas macho asaltan una orqu?dea caladenia en Australia. Convencidas de que el labelo es una hembra de su especie, se frotan contra ?l y se impregnan de polen. Todas las orqu?deas tienen un p?talo modificado para la polinizaci?n, que a menudo es espectacular.
???? La estrategia polinizadora de Ophrys es, como la de muchas orqu?deas, ingeniosa, compleja, astuta y aparentemente impensable, hasta el punto de que los defensores del dise?o inteligente a veces consideran a las orqu?deas como prueba de la intervenci?n de una inteligencia superior en la naturaleza (una inteligencia bastante s?dica, por cierto). Sin embargo, las peculiaridades de las orqu?deas constituyen uno de los mejores ejemplos de selecci?n natural, como el propio Charles Darwin pudo vislumbrar. Darwin qued? fascinado con las estrategias de polinizaci?n de las orqu?deas, y aunque no lleg? a descubrir el prop?sito del extraordinario parecido de Ophrys con las abejas (la seudoc?pula no se observ? hasta 1916), nos ense?? mucho de lo que sabemos acerca de estas plantas en La fecundaci?n de las orqu?deas, libro publicado inmediatamente despu?s de El origen de las especies. De hecho, algunos cient?ficos piensan que si hubiera publicado en primer lugar el libro de las orqu?deas, su teor?a sobre la selecci?n natural habr?a sido recibida con menos escepticismo. ?Por qu?? Porque en las orqu?deas, Darwin localiz? estructuras florales ?tan perfectas como las m?s maravillosas adaptaciones del mundo animal?, y demostr? con minucioso rigor que incluso los rasgos m?s sorprendentes de esas flores cumplen una funci?n reproductora. Muchas de esas estructuras presentan adaptaciones tan perfectas a las necesidades de la planta y a la morfolog?a de sus polinizadores que ofrecieron a Darwin pruebas de su extravagante teor?a.
Caladenia sp.; Drosera menziesii (planta carn?vora): Tejedora de redes enmara?adas, la orqu?dea ara?a (a la derecha) recurre al enga?o para conseguir sus fines de polinizaci?n y promete a los insectos un n?ctar que no produce. Junto a este esp?cimen australiano, lista para aprovechar las migajas que caigan de la mesa de la polinizaci?n, hay una drosera carn?vora. Entre ser enga?ados respecto a la comida o convertirse en la cena, ?los insectos no viven en un mundo muy bonito que digamos?, comenta Kingsley Dixon, bot?nico residente en Perth.
???? Sin embargo, hubo que esperar varias d?cadas para la aceptaci?n definitiva del postulado de Darwin seg?n el cual la evoluci?n modela a algunas flores para atraer a un polinizador espec?fico y utilizarlo. En efecto, para explicar por qu? la orqu?dea Angraecum de Madagascar secreta una gota de n?ctar en el fondo de un espol?n de 30 cent?metros de largo, un lugar al que no pod?a acceder ning?n polinizador conocido, Darwin postul? la existencia de una polilla con una lengua de 30 cent?metros de largo, una criatura inveros?mil que nunca hab?a sido observada. La confirmaci?n lleg? unos veinte a?os despu?s de la muerte de Darwin, cuando los entom?logos desenrollaron la lengua de una polilla halc?n reci?n descubierta y comprobaron que med?a unos 30 cent?metros de largo.
Catasetum Viridiflavum: Las flores masculinas de las orqu?deas Catasetum ocultan un arma cargada de polen, que se dispara cuando un posible polinizador aprieta el gatillo. Las abejas son el principal objetivo.
???? Las intrincadas estrategias polinizadoras de la orqu?dea plantean, no obstante, interrogantes a quienes estudian la evoluci?n. Puesto que la selecci?n natural no suele premiar las complicaciones innecesarias, ?por qu? no se ci?en todas las orqu?deas a las estrategias polinizadoras m?s sencillas, basadas en la recompensa del n?ctar? ?C?mo diablos han llegado a ser tan complejas sus pr?cticas sexuales? ?Y qu? ganan los polinizadores estafados, si es que ganan algo? Si la respuesta es que s?lo consiguen frustraci?n, entonces, ?por qu? no elimina la selecci?n natural a unos insectos tan tontos como para perder el tiempo copulando con la versi?n natural de una mu?eca hinchable?
Gongora powellii; Euglossa deceptrix (abejas): Una orqu?dea Gongora de motas oscuras es la perfumista personal de los machos de las abejas euglosinas. Aqu?, dos abejas se disponen a cosechar las fragancias de Gongora, que despu?s mezclan con otras recogidas en otros sitios, para fabricar una especie de colonia que atrae a las hembras. Pero la planta centroamericana cobra un precio por su filtro de amor: las abejas tendr?n que diseminar su polen. Si la orqu?dea tiene suerte, la carga llegar? a la flor deseada.
?????Bot?nicos y bi?logos evolutivos han hallado respuestas fascinantes a muchas de esas preguntas. El bi?logo evolutivo John Alcock propone dos explicaciones al hecho de que algunas orqu?deas se hayan apartado de la simple recompensa del n?ctar. Cuando los bot?nicos experimentaron a?adiendo una recompensa de n?ctar a una orqu?dea que normalmente no la tiene, observaron que los polinizadores permanec?an m?s tiempo revoloteando alrededor y se deten?an a visitar otras flores de la misma planta o de otras cercanas. Sin embargo, eso no es bueno para los intereses de la orqu?dea, porque la endogamia produce semillas de peor calidad. En comparaci?n, la exogamia, o mezcla de genes con parejas sexuales distantes, aumenta el vigor y la variedad de la progenie, lo que mejora su capacidad de supervivencia. La frustraci?n sexual del abejorro enga?ado resulta ser una parte esencial de la estrategia reproductora de la orqu?dea. Decidido a no volver a caer en el mismo error, el insecto se aleja un poco y, si la orqu?dea tiene suerte, acaba copulando con otra situada un poco m?s all? y depositando en ella su paquete de polen. Es probable que esta orqu?dea difiera ligeramente de la primera por su aspecto y su olor, y algunos bot?nicos creen que esas sutiles variaciones de una planta a otra forman parte de la estrategia de las orqu?deas para impedir que las abejas aprendan a evitar las flores. ?Mimetismo floral imperfecto? es el t?rmino bot?nico que designa esa adaptaci?n. Es curioso: la imperfecci?n de la orqu?dea en su imitaci?n podr?a formar parte de la perfecci?n de su estrategia reproductora.
Coryanthes panamensis: Parecen lazos de regalo que engalanan el bosque paname?o, pero lo que en realidad atrae a las abejas polinizadoras es el aroma del corianto. Seg?n Tom Mirenda, horticultor de la Smithsonian Institution, el olor de las flores es ?como el de cinco postres distintos horne?ndose a la vez?.
?????Otra raz?n por la que muchas orqu?deas se han retirado del negocio del n?ctar f?cil podr?a tener que ver con los beneficios de fomentar la relaci?n con un ?nico, atento y devoto polinizador. El n?ctar, adem?s de ser metab?licamente costoso de producir para la flor, atrae a muchos animales diferentes y puede generar un tr?fico excesivo que quiz? no asegure el traslado del polen al lugar correcto. Pero si la flor produce un aroma que s?lo atrae a los machos de una especie concreta de abeja, es m?s f?cil que su polen acabe justo en el sitio donde m?s le conviene: en el es??tigma de otra orqu?dea de la misma especie.
Prosthechea prismatocarpa: Con flores moteadas de casi seis cent?metros, una Prosthechea prismatocarpa emerge de una roca cubierta de musgo, junto a un riachuelo de monta?a de Panam?. Poco sabemos de sus estrategias de polinizaci?n.?Cada a?o, centenares de nuevas especies de orqu?deas son descritas por los investigadores.
?????La maestr?a perfumista (gracias a la cual las flores emiten perfumes con sutiles diferencias) tambi?n podr?a contribuir a explicar la sorprendente diversidad de la familia de las orqu?deas. Una mutaci?n que produce un cambio leve en el aroma de una orqu?dea puede ser, por azar, la clave para atraer las atenciones sexuales de un nuevo polinizador y dejar de atraer al original. De ese modo, las variaciones en la qu?mica del perfume floral pueden obrar el mismo efecto que el aislamiento geogr?fico en la aparici?n de nuevas especies, al impedir que las nuevas flores mu??tantes sean polinizadas por las antiguas. La nueva orqu?dea puede evolucionar as? gen?ticamente aislada de sus antepasados, lo que constituye un requisito para el desarrollo de una nueva especie.
Elleanthus sp.; Eugenes fulgens (colibr?): El pico del colibr? tiene un color tan parecido al del polinio de esta orqu?dea paname?a que a menudo la carga pasa inadvertida. Son muchas las plantas que se autopolinizan, pero la mayor?a de las orqu?deas necesitan la ayuda de los animales para reproducirse.
?????Las orqu?deas destacan en la creaci?n de especies nuevas, aunque el n?mero de ejemplares de estas plantas es notablemente escaso en todo el mundo. Su relativa rareza en el paisaje favorece las estrategias altamente especializadas de polinizaci?n, que logran propagar el polen con la mayor eficiencia posible, a diferencia de las gram?neas, que simplemente conf?an en el viento. Aun as?, su escasez asegura su supervivencia. Si las enga?osas orqu?deas fueran mucho m?s abundantes, sus artima?as dejar?an de funcionar, ya que dependen de la presencia mayoritaria de flores honestas. Sus tretas s?lo pueden triunfar en un mundo donde la mayor parte de las cosas de la naturaleza son lo que parecen: donde el olor a carne podrida se?ala la presencia de un cad?ver y donde las flores ofrecen n?ctar de verdad y no se disfrazan de insecto.
Epidendrum radicans; Heliconius melpomene thelxiope (mariposa): Una Epidendrum de Panam? imita al algodoncillo para atraer mariposas. Cada a?o se descubren unas 500 especies de orqu?deas, y con ellas, nuevas artima?as.
?????Parece justo se?alar que en lo referente a su propio sexo, las orqu?deas han optado por la calidad antes que por la cantidad. Si bien el artificio sexual no enga?a a todos los polinizadores todo el tiempo, s? enga?a a algunos algunas veces, y para una orqu?dea eso es suficiente, porque cada polinio contiene un elevad?simo n?mero de granos de polen, y una vez han llegado a su destino, cada fruto resultante contiene un n?mero igualmente asombroso de semillas. As? pues, mientras que el sexo entre orqu?deas puede ser un asunto complejo y de historiada coreograf?a, lo que su??cede una vez consumado el encuentro depende enteramente de la abundancia y del azar. Las semillas de orqu?dea son tan diminutas y minimalistas que ni siquiera contienen una reserva de nutrientes para el embri?n en desarrollo. Para alimentar a ese embri?n la orqu?dea depende (una vez m?s) de la amabilidad de los extra?os, en este caso, de un hongo endof?tico. Si todo sale bien (lo que sucede muy raramente), las hifas de los hongos se infiltran en la semilla de orqu?dea y le proporcionan los nutrientes que el embri?n necesita para crecer. ?Qu? ventaja obtiene el hongo de esa relaci?n? Quiz? ninguna. Al fin y al cabo, se trata de orqu?deas.
Masdevallia calura; Drosophila sp. (mosca): Varias moscas (una de ellas con un saco amarillo de polen adherido al dorso, en un punto al que no puede llegar) visitan una orqu?dea Masdevalia. Esta planta que florece en toda Am?rica Central despide un olor f?tido, semejante al de la carne en descomposici?n. La ilusi?n se completa con el color viol?ceo y el tacto pulposo.
???? Gaspar Silvera es un buscador y cultivador de orqu?deas de Panam?. Agr?nomo de profesi?n, desde que se ha retirado de su cargo de funcionario se dedica a rescatar orqu?deas amenazadas y a la laboriosa tarea de aumentar su poblaci?n. El fot?grafo Christian Ziegler y Micheal Pollan fueron en avioneta a su vivero en Chilibre cuando Silvera les telefone? para anunciarles que una de sus especies de Coryanthes, c?lebre por la dificultad de cultivarla en cautividad, hab?a florecido.
Lepanthes sp.: Una orqu?dea liliputiense, con flores de un cent?metro de largo, florece en las zonas monta?osas de Panam?. Miembro del g?nero Lepanthes, practica una complicada forma de enga?o. En primer lugar, utiliza la fragancia para atraer a los machos de las moscas de los hongos. Despu?s, los insectos confunden los diminutos p?talos de la flor con una mosca hembra y algunos depositan espermat?foros en la planta, antes de llevarse su polen. ?Es un caso de seudoc?pula ?dice Tom Mirenda, especialista en orqu?deas de la Smithsonian?, algo que ni siquiera Darwin pudo imaginar?.
???? Cuando llegaron al vivero, la flor, de color amarillo canario y asombrosamente desgarbada, ya se estaba marchitando, aunque segu?a desprendiendo un intenso perfume a albaricoque y eucalipto. Hab?a abierto sus p?talos de ingenioso dise?o unos d?as antes, y su perfume ya hab?a atra?do de los bosques circundantes una nube de machos de abejas euglosinas, parientes, sin aguij?n e iridiscentes, del abejorro. Las abejas compet?an unas con otras por el espacio en las resbaladizas e intrincadas curvas de la flor, justo por encima del labelo, que forma un cuenco pro?fundo donde la flor deja caer un l?quido transl?cido, ligeramente viscoso, que no es n?ctar.?????Las abejas visitantes recogen fragancias de la superficie cerosa de la flor con las patas delanteras y las transfieren a unas cestillas que tienen en las patas traseras, semejantes a peque?os bolsillos. Lo que hacen exactamente no se descubri? hasta 1966, cuando un bot?nico llamado Stefan Vogel comprendi? que las abejas estaban recolectando los ingredientes qu?micos necesarios para fabricar un perfume. La mayor?a de los animales que dependen de las fragancias para atraer a su pareja las producen por s? mismos; pero no es el caso de la abeja euglosina, que busca los ingredientes no s?lo en las orqu?deas, sino en diversas hojas y hongos, y despu?s los combina ?a mano?. Una vez preparada la mezcla, la abeja macho se la unta en el cuerpo y bate las alas para difundir un fascinante aroma alcanforado y floral que atrae a las hembras.
?????Pero el corianto cobra un precio por su contribuci?n al perfume. Mientras las abejas luchan entre s? por las fragancias sobre el p?talo resbaladizo, puede suceder que alguna pierda el agarre y se hunda en el labelo en forma de embudo. Eso no ser?a un problema si no fuera porque el l?quido viscoso inutiliza temporalmente las alas de las abejas. El insecto ca?do lucha con todas sus fuerzas para subir por las paredes del embudo hasta que encuentra una serie de pelda?os que lo conducen por un angosto pasaje hasta la trastienda de la flor. Mientras la abeja, atontada y empapada, avanza trabajosamente por el t?nel, pasa forzosamente por debajo de un dispositivo de muelle que (?adiv?nenlo!) adhiere a su dorso un par de polinios. Si todo marcha seg?n lo planeado (por la orqu?dea), la abeja se seca las alas, vuela hasta otra Coryanthes, vuelve a caer en el embudo y, al pasar por el t?nel, deja involuntariamente la mochila amarilla en unos ganchos diminutos desarrollados precisamente con ese prop?sito. Una vez lograda la polinizaci?n, el corianto cierra el negocio y deja que sus extravagantes p?talos amarillos se derrumben y acaben pareciendo una servilleta arrugada.
?????El caso de Coryanthes es un feliz ejemplo de beneficio mutuo entre una orqu?dea y su polinizador, pero no siempre es as?. Hay un v?deo en YouTube, una fascinante secuencia de pornograf?a entre especies, en la que puede verse a una avispa completamente embaucada y a continuaci?n humillada por un criptostilo, una or??qu?dea australiana. Para atraer a su polinizador, el criptostilo (Cryptostylis) produce un aroma muy semejante a la feromona de la avispa hembra (Lissopimpla excelsa). La avispa macho se posa sobre el labelo en forma de lengua y empieza a copular con la flor, buscando a tientas en su interior con la punta del abdomen hasta que encuentra los polinios, que se adhieren a la parte posterior del insecto como un par de colas amarillas.
Ponerle cola al polinizador es s?lo el comienzo de la humillaci?n de la avispa, porque el crip?tostilo va m?s all? de la seudoc?pula y llega a un terreno de perversi?n a?n mayor: con mucha frecuencia, en el frenes? de su ardor sexual mal dirigido, la avispa eyacula sobre la flor, un acto que sin duda es el colmo del comportamiento poco adaptativo. Ser?a l?gico que la selecci?n natural castigara severamente a una criatura capaz de cometer la tonter?a de despilfarrar sus genes apare?ndose con una flor. Las consecuencias ser?an muy malas tanto para la avispa como para la orqu?dea que depende de ella. Pero como tantas otras cosas en el extra?o mundo del sexo de las orqu?deas, el asunto no es tan sencillo.
?????Parece ser que en algunas especies de insectos, como Lissopimpla excelsa, las hembras pueden reproducirse con o sin el esperma del macho. Cuando disponen de esperma, producen la proporci?n habitual de machos y hembras; sin esperma, producen ?nicamente machos. Un hecho muy conveniente? para las orqu?deas. Al inducir a las avispas a desperdiciar su esperma con las flores, los criptostilos disminuyen la cantidad de esperma disponible para las avispas hembra, asegur?ndose as? una producci?n a?n mayor de polinizadores. Pero a?n hay m?s. La superabundancia de avispas macho aumenta la competencia por las hembras, lo que hace que los machos se vuelvan menos quisquillosos a la hora de escoger pareja y m?s propensos a caer rendidos ante los encantos de las flores.
?Y qu? hay de la pobre avispa? ?Por qu? la selecci?n natural no ha eliminado a un insecto tan tonto que copula con las flores? La mejor explicaci?n es quiz?s la de John Alcock. Seg?n ?l, aunque de vez en cuando una avispa pueda desperdiciar sus genes en una planta, el ?entusiasmo sexual extremo? contin?a siendo mejor estrategia reproductora para un insecto que la cautela respecto a la elecci?n de pareja. En l?neas generales, copular con todo lo que se mueva produce m?s descendencia, aunque en ocasiones eso conduzca al desastre amoroso.???? Saber todo esto de las orqu?deas sirve para admirarlas m?s, pero quiz? tambi?n para quererlas menos. Y hace que nos preguntemos si no habremos ca?do tambi?n nosotros v?ctimas de sus encantos enga?osos. Como las abejas euglosinas recolectoras de aromas, nosotros usamos las orqu?deas para comunicar nuestras intenciones amorosas y atraer una pareja. Extraemos sus esencias para fabricar perfumes y las usamos como adorno. Las orqu?deas nos han servido de ese modo al menos desde 1818, cuando William Cattley, un cultivador ingl?s, rescat? de la basura un tub?rculo de orqu?dea que hab?a sido utilizado como relleno en un cargamento de plantas tropicales. La floraci?n de aquel esp?cimen despert? en la sociedad victoriana una pasi?n por las orqu?deas que nunca se ha desvanecido.
???? El nombre de la planta deriva de la palabra griega que significa ?test?culo?, pero no en referencia a las flores sino a los tub?rculos, a los que durante mucho tiempo se atribuyeron propiedades afrodis?acas. Pero no hay que ser psicoanalista freudiano para advertir una fuerte corriente sexual subterr?nea en la pasi?n por estas flores, en particular entre los hombres, mayor?a aplastante entre los aquejados del ?delirio orqu?dico?, como lo llamaban los victorianos. Seg?n Eric Hansen, autor de Orchid fever, a los victorianos les ofend?a la ?descarada sexualidad? de las orqu?deas. De ?aspecto obsceno? es como describi? a estas flores el cr?tico de arte John Ruskin.
??????Obsceno? ?Ser? posible que los humanos miren una orqu?dea y vean en ella una apariencia de anatom?a femenina? Georgia O?Keefe la ve?a. ?Ser? quiz? que en el cerebro humano se cruzan los cables del sexo animal y el vegetal, como en los insectos? Este accidente evolutivo ha resultado ser otra ventajosa coincidencia para la or??qu?dea. Basta pensar en todo lo que hacemos los humanos por esas flores: los precios que pagamos, los esfuerzos que les dedicamos?
Eso deb?an pensar mientras ve?a a Gaspar Silvera trabajar con un par de pinzas diminutas para extraer un polinio de la flor de un criptostilo que no hab?a conseguido atrapar a ninguna euglosina. Con el pulso firme de un joyero, Silvera cogi? el polinio por la base con las pinzas y despu?s lo apret? contra una hendidura situada en el ginostemo de otra flor. Dentro de cinco a?os, el cultivador tendr? probablemente una valiosa flor nueva, y la orqu?dea habr? conseguido una descendencia que de otro modo no habr?a tenido.
?????Desde que floreci? la primera orqu?dea hibridada por el hombre (la primera registrada en el mundo occidental data de 1856), los humanos tambi?n nos hemos convertido en importantes polinizadores para las orqu?deas, quiz? m?s conscientes que las abejas, pero igualmente seducidos para trabajar por los intereses de la planta y ayudarla en su intento de dominar el mundo. Actualmente hay unos 100.000 tipos de orqu?deas h?bridas registradas, la mayor?a de las cuales son descendientes de improbables matrimonios entre plantas muy distantes cuya uni?n habr?a sido inconcebible sin nuestra intervenci?n.
?????Nada de eso form? parte del plan de las orqu?deas. No hay planes en la evoluci?n, por supuesto, sino ciego azar. Pero en el momento en que la orqu?dea encontr? casualmente una de las llaves del deseo humano y la us? para abrir nuestros corazones, conquist? todo un mundo nuevo, nuestro mundo, y reclut? una nueva y vasta cuadrilla de animales cr?dulos dispuestos a servirla. ?Por qu? no reconocerlo? Nos hemos convertido en sus desprevenidas v?ctimas.
Fuente: National Geographic. Por Michael Pollan. Fotograf?as de Michael Pollan