Maestro sin par del arte pict?rico, el sevillano Diego Vel?zquez adorn? su car?cter con una discreci?n, reserva y serenidad tal que, si bien mucho se puede decir y se ha dicho sobre su obra, poco se sabe y probablemente nunca se sabr? m?s sobre su psicolog?a. Joven disciplinado y concienzudo, no debieron de gustarle demasiado las bofetadas con que salpimentaba sus ense?anzas el maestro pintor Herrera el Viejo, con quien al parecer pas? una breve temporada, antes de adscribirse, a los doce a?os, al taller de ese modesto pintor y excelente persona que fuera Francisco Pacheco. De ?l provienen las primeras noticias, al tiempo que los primeros encomios, del que ser?a el mayor pintor barroco espa?ol y, sin duda, uno de los m?s grandes artistas del mundo en cualquier edad.
La mirada nost?lgica
???? Diego Vel?zquez fue hijo primog?nito de un hidalgo no demasiado rico perteneciente a una familia oriunda de Portugal, tal vez de Oporto, aunque ya nacido en Sevilla, llamado Juan Rodr?guez, y de Jer?nima Vel?zquez, tambi?n mujer de abolengo pero escasa de patrimonio. En el d?a de su bautismo, Juan ech? las campanas al vuelo (previo pago de una m?dica suma al sacrist?n), convid? luego a los allegados a clarete y a tortas de San Juan de Alfarache y entretuvo a la chiquiller?a vitoreante con monedas de poco monto que arroj? por la ventana. No le hab?a de defraudar este dispendio y estos festejos el v?stago reci?n llegado, que se mostr? d?cil a los deseos paternos durante su infancia e ingres? en el taller de Francisco Pacheco sin rechistar.???? El muchacho dio pruebas precoc?simas de su ma?a como dibujante y aprend?a tan vertiginosamente el sutil arte de los colores que el bueno de Pacheco no os? torcer su genio y lo condujo con suavidad por donde la inspiraci?n del joven lo llevaba. Entre maestro y disc?pulo se estrech? desde entonces una firme amistad basada en la admiraci?n y en el razonable orgullo de Pacheco y en la gratitud del despierto muchacho. Estos lazos terminaron de anudarse cuando el viejo pintor se determin? a otorgar la mano de su hija Juana a su aventajado alumno de diecinueve a?os.
???? Sobre las razones que le decidieron a favorecer este matrimonio escribe Pacheco: "Despu?s de cinco a?os de educaci?n y ense?anza le cas? con mi hija, movido por su virtud, limpieza, y buenas partes, y de las esperanzas de su natural y grande ingenio. Y porque es mayor la honra de maestro que la de suegro, ha sido justo estorbar el atrevimiento de alguno que se quiere atribuir esta gloria, quit?ndome la corona de mis postreros a?os. No tengo por mengua aventajarse el maestro al disc?pulo, ni perdi? Leonardo de Vinci por tener a Rafael por disc?pulo, ni Jorge de Castelfranco a Tiziano, ni Plat?n a Arist?teles, pues no le quit? el nombre de divino."
Su ascenso en?la corte espa?ola
???? Pronto se le hizo peque?a Sevilla a Vel?zquez e intent? ganar una colocaci?n en la corte, donde se hab?a instalado recientemente Felipe IV, rey de pocas luces diplom?ticas aunque muy aficionado a las artes y que con el tiempo llegar?a a sentir por el pintor una gran devoci?n y hasta una rara necesidad de su compa??a. En su primer viaje a Madrid no tuvo suerte, pues ten?a menester de muchas recomendaciones para acceder a palacio y se volvi? a su tierra natal sin haber cosechado el menor ?xito. Hubiera sido una verdadera l?stima que su protector y suegro no le hubiese encarecido y animado a intentarlo de nuevo al a?o siguiente, porque de otro modo el prometedor Diego hubiera quedado confinado en un ambiente excesivamente provinciano, ajeno a los nuevos aires que circulaban por los ambientes cosmopolitas de las cortes de Europa.
???? En Sevilla, durante lo que se ha dado en llamar, con artificio erudito de historiador, su primera ?poca (aunque la obra de Vel?zquez es el resultado de una b?squeda incesante), su estilo sigue al de los manieristas y los estudiosos del arte veneciano, como Juan de Roelas, pero adoptando los claroscuros impresionantes de Caravaggio, bien que esta ?ltima influencia haya sido discutida. No obstante, Vel?zquez se decantar? pronto por un realismo barroco, seguido igualmente por Zurbar?n o Alonso Cano, audaz y estremecido, grave y lleno de contrastes.
???? Dicho realismo, en su vertiente m?s popular, hab?a sido frecuentado por la literatura de la ?poca y ese mismo aire de novela picaresca aparece en los Almuerzos que guardan los museos de Leningrado y Budapest, as? como en Tres m?sicos, donde, sin embargo, desaparece el humor para concentrarse el tema en la descripci?n de la maltrecha dignidad de sus protagonistas. M?s curioso es a?n c?mo, tambi?n por aquella ?poca, utiliza los encargos de asuntos religiosos para arrimar el ascua a su sardina y, dejando en un fondo remoto el episodio que da t?tulo al cuadro, pasan a un primer plano de la representaci?n rudos personajes del pueblo y minuciosos bodegones donde se acumulan los objetos de la pobre vida cotidiana. Es el caso de Cristo en casa de Marta y Mar?a, cuadro en el que adquiere plena relevancia la cocina y sus habitantes, el pescado, las vasijas, los elementos m?s humildes.
???? El Museo del Prado guarda igualmente pinturas del per?odo sevillano, como el espl?ndido lienzo La adoraci?n de los Reyes Magos, fechado en 1619, poco despu?s de su matrimonio y de que Juana le diese descendencia, y donde se ha querido ver, sobre todo en los rasgos infantiles del Ni?o Jes?s, un homenaje a su familia y un h?lito de la felicidad del flamante padre. Es seguro, por lo dem?s, que los Reyes Magos son aut?nticos retratos, no idealizaciones m?s o menos convencionales, y en ello se revela tambi?n la verdadera vocaci?n de quien ser?a el m?s grande retratista de su tiempo. En su segunda intentona en Madrid, ya convenientemente pertrechado de avales, recibi? Vel?zquez las mercedes y favores del conde duque de Olivares, quien le consigui? su gran oportunidad al recomendarle para que hiciera un retrato del nuevo monarca.
???? Felipe IV qued? tan complacido por esta obra que inmediatamente lo nombr? pintor de la corte, obligando a Vel?zquez a trasladar su residencia a la capital y a vivir en el Palacio Real. En sus primeros a?os madrile?os el artista fue sustituyendo sus caracter?sticos tonos terrosos por una ins?lita gama de grises que con el tiempo ser?a su recurso m?s admirable y un vivo exponente de su genio sutil.
La?estampaci?n del paisaje
???? Hacia 1629 pinta Vel?zquez su primer gran cuadro de tema mitol?gico, llamado Los borrachos porque el asunto dedicado a Baco se convierte en sus manos en una estampa de las francachelas populares de la ?poca; al a?o siguiente llega a Madrid Rubens, con quien mantuvo una buena y leal amistad; Rubens le recomienda que no deje de visitar Italia, donde su arte podr? depurarse y ennoblecerse. Empe?ado desde entonces en ello, consigue, tras mucho insistir, licencia del rey y, saliendo del puerto de Barcelona, desembarca en G?nova en 1629. Visita Verona, Ferrara, Loreto, Bolonia, N?poles y Roma, sin apenas pintar nada, pero estudi?ndolo todo, memorizando gamas de colores, audaces composiciones, raras atm?sferas, luces ins?litas.
???? Probablemente entonces, aunque hay quien sostiene que fue en su segundo viaje a Roma, pinta las maravillosas Vistas del jard?n de la Villa M?dicis en Roma. En estos deliciosos parajes vivi? el espa?ol gracias a la recomendaci?n de su embajador y, all?, al aire libre, tom? sus apuntes geniales. Son, en realidad, paisajes rom?nticos, melanc?licos, intemporales, casi impresionistas por su libertad de trazo, pese a ser en m?s de dos siglos anteriores a los cuadros de ese estilo, y quiz?s a?n m?s perfectos en la captura del instante luminoso huidizo, del aire limpio y quieto apresado por la tupida vegetaci?n y la escenogr?fica arquitectura. Y lo m?s asombroso es que estas im?genes que hoy conserva el Museo del Prado, inolvidables cuando se han visto una sola vez, fueron pintadas como al desgaire, como ejercicio ocioso y gratuito, sobre peque?os lienzos que no alcanzan el medio metro de alto y poco menos de ancho, pero que resumen, con impecable evidencia, la suprema sabidur?a alcanzada en aquellos a?os por Vel?zquez.
???? Bien es cierto que, a su regreso a Espa?a, realiz? obras de mayor envergadura y empaque, como La rendici?n de Breda, tambi?n conocida por Las lanzas, pero en esta pintura de compromiso, terminada en 1635 para el Sal?n de los Reinos en el reci?n inaugurado Palacio del Buen Retiro, tambi?n conmueve m?s lo anecd?tico que la pomposa rememoraci?n del pasado triunfo de un predecesor de Felipe IV.
???? Durante los a?os treinta y cuarenta del siglo fue Vel?zquez el pintor no s?lo de su ab?lico rey, sino de las "sabandijas de palacio", de los bufones como El Bobo de Coria, Diego de Acedo el Primo y el Ni?o de Vallecas, y despu?s de su segundo viaje a Italia para comprar obras de arte en nombre de Su Majestad, su paleta produjo tres obras maestras insuperables y sumamente conocidas. La Venus del espejo, conservada en la National Gallery de Londres, es c?lebre por ser uno de los pocos desnudos de autor espa?ol de la ?poca que se han conservado, aunque se le supongan hasta tres m?s al pintor sevillano, para el cual tal vez sirviera de modelo la escandalosa y bella actriz Damiana, amante del alocado marqu?s de Heliche.
???? Para la realizaci?n de Las Hilanderas, radicada actualmente en el Museo del Prado, Vel?zquez plant? su caballete en la F?brica de Tapices de la calle de Santa Isabel de Madrid. La representaci?n del momento irrepetible de las mujeres alrededor de la rueca giratoria hizo pronto olvidar que se trataba de un tema mitol?gico (la f?bula de Palas y Aracne) crey?ndose desde antiguo que se trataba de un cuadro de g?nero.
Su obra m?s famosa: Las Meninas
???? De entre los retratos que realiz? de la familia real, hay uno que goza de inmensa fama, y se ha convertido en el paradigma de la obra del pintor: Vel?zquez y la familia real o Las Meninas. Este cuadro, que ha dado lugar a multitud de interpretaciones, tiene como marco espacial la habitaci?n m?s importante del apartamento del palacio Real en el que viv?a el pintor. En la obra aparece el mismo Vel?zquez frente al caballete con la cruz de la Orden de Santiago, aunque la distinci?n fue a?adida despu?s a su muerte por orden del rey, ya que Vel?zquez todav?a no la hab?a recibido cuando pint? el cuadro.
???? En el fondo de la habitaci?n, un espejo refleja la imagen del rey y de la reina; en el centro aparece la infanta Margarita acompa?ada por dos doncellas reales, y a la derecha del cuadro, en primer plano, figuran la enana Mari-B?rbola y el enano Nicol?s de Pertusato, que intenta despertar con el pie a un mast?n tumbado en el suelo. Detr?s de este grupo hay dos figuras y finalmente, al lado de la escalera, vemos al mayordomo de la reina.
???? La composici?n es de una gran complejidad y constituye un extraordinario ejemplo de pintura de una pintura: los reyes se representan indirectamente, vistos a trav?s de un espejo, mientras que por lo que respecta a los protagonistas de la obra, la infanta y sus acompa?antes, no se sabe si son el tema del cuadro en que est? trabajando Vel?zquez o bien si est?n mirando pintar al artista. Por ?ltimo, el espectador se siente incluido en el espacio del cuadro, ya que el espejo con las im?genes de los reyes le hace suponer que est?n contemplando la misma escena que ?l pero a sus espaldas. Dicho de otro modo, el espectador ocupa ilusoriamente el lugar de los retratados, el lugar de los reyes, y este hecho ha dado p?bulo a incesantes especulaciones. Desde el punto de vista de la factura, es una obra de prodigiosa ejecuci?n, incluso dentro de la pintura del artista. Las pinceladas son como toques de luz que modelan los vestidos y los cuerpos, dot?ndolos de una gran vivacidad.
???? Por empe?o personal de Felipe IV, Vel?zquez recibir?a, un a?o antes de morir en Madrid el 6 de agosto de 1660, la preciada distinci?n de caballero de la Orden de Santiago, un honor no concedido nunca ni antes ni despu?s a pintor alguno. Y aunque, al demoler la iglesia, nadie recordaba que sus restos hab?an sido sepultados en la Parroquia de San Juan Bautista, cuando en 1990 se organiz? una magna retrospectiva de su obra en el Museo del Prado, miles y miles de personas llegadas de todos los puntos cardinales afluyeron incesantemente para re?r el gesto idiota del buf?n Calabacillas, admirar la pincelada que plasma el vestido de una infanta, interrogar la estampa ecuestre del conde duque de Olivares y respirar el aire penumbroso del siglo XVII aquietado e inmortalizado en los cuadros de Vel?zquez.
Su obra
???? La importancia de Vel?zquez, al margen de su propia personalidad, radica en su capacidad de tratar de un modo magistral, a lo largo de su dilatada carrera, la mayor?a de los grandes temas pict?ricos de su ?poca. Consumado retratista, no fue sin embargo inferior su calidad en obras de g?nero mitol?gico, religioso, aleg?rico y paisaj?stico.
El arte del retrato
???? La evoluci?n de sus retratos es sorprendente, advirti?ndose en ellos la falta de amaneramiento de los artistas que cultivaron de este g?nero. Su primera obra dentro de esta tem?tica es el retrato de Sor Jer?nima de la Fuente (1620, Museo del Prado, Madrid), primera abadesa del convento de Santa Clara en Manila. En ?l, el maestro hispalense a?n es deudor de un estilo seco y dibuj?stico, propio de su primera etapa sevillana. Antes de partir hacia la corte, realiz? el retrato del poeta Luis de G?ngora y Argote (1622, Museum of Fine Arts, Boston), en el que abunda en la captaci?n psicol?gica del personaje.
???? A su llegada a Madrid, el joven Felipe IV le encargar? un amplio repertorio de su imagen regia, que iniciar? con el busto de Felipe IV con coraza (1625, Museo del Prado, Madrid), despu?s de haber realizado el de Gaspar de Guzm?n, conde duque de Olivares (1624, Museo de Arte, S?o Paulo), m?ximo valedor de su arte ante la corona espa?ola. Le siguen retratos de miembros de la familia real y del mismo monarca, tales como el Infante don Carlos y el Felipe IV de cuerpo entero, ambos en el Museo del Prado. En todos ellos el esquema es casi id?ntico, consigui?ndose la profundidad visual gracias a la sombra que proyectan los cuerpos de los retratados.
???? Despu?s de su viaje a Italia en el a?o 1629, la representaci?n de los miembros de la realeza adquirir?a un mayor realismo huyendo de la enfatizaci?n. Vel?zquez los pinta no como ellos hubieran querido ser representados, sino como ?l los ve. La serie de retratos en traje de caza, encargada para la Torre de la Parada, y los retratos, ya comentados, para el Sal?n de Reinos, son buena muestra de la voluntad realista de Vel?zquez. S?lo de esta ?poca, el Retrato ecuestre del conde duque de Olivares (1634, Museo del Prado, Madrid), se aparta de la actitud comedida de este pintor, para mostrarnos una representaci?n resuelta en clave barroca.
???? Su segundo viaje a Italia el a?o 1649 marcar? un hito en su carrera retrat?stica que se resume en dos magn?ficos cuadros: el de su criado y tambi?n pintor Juan de Pareja (1650, Metropolitan Museum, Nueva York), y el del papa Inocencio X (1650, Galer?a Doria Pamphili, Roma). El retrato papal ha de considerarse uno de los mejores ejemplos de captaci?n psicol?gica y de genial soluci?n formal de la historia del arte.
???? A su regreso a Espa?a, el rey le pide un retrato de su segunda esposa Mariana de Austria y de su descendencia, tanto anterior como reciente. Destacan los de La Infanta Mar?a Teresa a los trece a?os (1651, Metropolitan Museum, Nueva York) los sucesivos retratos de la infanta Margarita, gran protagonista de Las meninas, y de su enfermizo hermano, el Pr?ncipe Felipe Pr?spero. En ellos su paleta sabe combinar el rosa, el gris y el rojo en una armon?a crom?tica de valores pl?sticos por encima de la mera representaci?n.
Bufones y enanos
???? Menci?n aparte merecen sus series de enanos y bufones, iniciadas en 1626 con el Juan Calabazas, llamado Calabacillas (Cleveland Museum of Arts, Ohio) y continuada por El pr?ncipe Baltasar Carlos con un enano (1631, Museum of Fine Arts, Boston). El Museo del Prado conserva la serie iniciada por Pablo de Valladolid (1633) y continuada por Francisco Lezcano, el Ni?o de Vallecas (1634), El buf?n Barbarroja, Don Crist?bal de Casta?eda y Pernia (1636) El buf?n Calabacillas, llamado err?neamente El bobo de Coria (1639), El buf?n llamado don Juan de Austria (1643), El buf?n don Diego de Acedo, "El Primo" (1645) y El buf?n Sebasti?n de Morra (1644).
???? Todos ellos est?n tratados con gran humanidad, con el mismo ?nfasis y realismo que los retratos regios. Nunca sabremos si el pintor realiz? estos cuadros por propia iniciativa o a requerimiento del monarca. Pero lo cierto es que Vel?zquez nos ha dejado una galer?a de personajes tristes, vistos con una atenci?n que pod?a parecer despiadada, si no estuvieran velados por un tono de melancol?a y conmiseraci?n, que los llena de una innegable humanidad.
Obras mitol?gicas
???? La mitolog?a es tratada por Vel?zquez con el concepto propio de los pintores naturalistas. Al igual que Caravaggio, humanizar? el mito haci?ndolo cotidiano, casi protagonista de una escena de g?nero. Esta tem?tica se inicia con el Triunfo de Baco (1629, Museo del Prado, Madrid), m?s conocido por Los borrachos. En ?l su protagonista pierde valor ante la fuerza de los personajes populares. Es obvio que Vel?zquez conoce profundamente la cultura mitol?gica, aprendida en casa de su suegro Pacheco, lugar de reuni?n y debate de la intelectualidad sevillana de la ?poca. Y como lo conoce se atreve a desmitificarlo.
???? Su ideal clasicista de gran contenci?n es evidente en la soluci?n que da al tema de las infidelidades de Venus. En La fragua de Vulcano (1630, Museo del Prado, Madrid), obra realizada en Italia, narra c?mo Apolo, al descubrir la infidelidad de Venus con Marte, esposa de Vulcano, comunica a ?ste tan cruel acto. Vulcano aparece como un mortal, confundi?ndose con sus trabajadores. Igual ideario est? presente en la representaci?n del dios Marte (1640, Museo del Prado, Madrid), en La Venus del espejo (1650, National Gallery, Londres) o en su Mercurio y Argos (1659, Museo del Prado, Madrid), llegando a la trivializaci?n del mito en su conocida F?bula de Aracne, popularmente conocida como Las hilanderas (1657, Museo del Prado, Madrid).
Obras religiosas
???? M?s complejo es el estudio de su tem?tica religiosa, iniciada en Sevilla con La adoraci?n de los Reyes Magos (1619, Museo del Prado, Madrid). Si bien su San Juan Evangelista en Patmos (1618, National Gallery, Londres) parece ser de su mano, las dudas se extienden a la Inmaculada Concepci?n (1618, National Gallery, Londres) y a sus apostolados.
???? ?ltimamente Brown ha atribuido a Alonso Cano el magn?fico lienzo de la Tentaci?n de Santo Tom?s de Aquino (Museo Diocesano de Arte Sacro, Orihuela), de fecha incierta. Del mismo modo, la Coronaci?n de la Virgen (Museo del Prado, Madrid) ha sido atribuida al citado pintor granadino, restando en su cat?logo San Antonio Abad y San Pablo, primer ermita?o (1634-35, Museo del Prado, Madrid). Destacan con luz propia sus dos Cristos crucificados, ambos en el Museo del Prado, sobre todo el conocido como Cristo de San Pl?cido (1632), de un clasicismo austero.
Otros temas
???? La alegor?a se resume en su emblem?tica composici?n Las meninas, ?nico retrato de grupo en la producci?n velazque?a que puede interpretarse como la defensa de la nobleza y liberalidad de la pintura. Mucho se ha especulado sobre su significado. La infanta Margarita parece advertir la presencia de sus padres (Felipe IV y Mariana de Austria) que aparecen reflejados en el espejo del fondo que transmite su imagen pintada en el lienzo. Est? acompa?ada por su s?quito, compuesto de izquierda a derecha por do?a Mar?a Agustina de Sarmiento, do?a Isabel de Velasco, la enana Marib?rbola y el enano Nicolasito Pertusato. En segundo t?rmino, est?n do?a Manuela de Ulloa, encargada del servicio de las damas de la reina y, quiz?s, don Diego Ruiz de Azcona. En el vano de la puerta del fondo, el mayordomo de palacio, don Jos? Nieto de Vel?zquez.
???? Muestras de su tratamiento del g?nero paisaj?stico son sus dos peque?os cuadros Vistas del jard?n de la Villa M?dicis (Museo del Prado, Madrid), de fecha incierta, a los que pueden sumarse la Cacer?a real del jabal? (1638, National Gallery, Londres) y la Vista de Zaragoza (1647, Museo del Prado, Madrid), en colaboraci?n con su yerno Juan Bautista Mart?nez del Mazo.
Su influencia
???? Tras su muerte, Vel?zquez fue objeto de admiraci?n por parte de muchos artistas. La huella del pintor se pone de manifiesto en los trabajos de artistas tan extraordinarios como Francisco de Goya. En este sentido, podemos encontrar alusiones a Las meninas en La familia de Carlos IV, obra que el aragon?s realiz? en 1801. Ambas pinturas tienen como tema al artista trabajando en compa??a de la familia real. Sin embargo, Goya opt? por una composici?n sobria y de escasa profundidad, que contrasta con el dinamismo y la abundancia de planos de la obra de Vel?zquez.
???? Muchos especialistas han puesto de relieve la importancia de Vel?zquez para la pintura del siglo XIX. A partir de una deslumbrante variedad de pinceladas y una sutil armon?a de colores, logr? efectos de forma, textura, luminosidad y atm?sfera que lo convirtieron en un precedente de la pintura impresionista. Las propuestas de artistas como ?douard Manet, Auguste Renoir o Claude Monet deben mucho a la lecci?n de Vel?zquez.
???? No menos significativa ha sido la huella de Vel?zquez en el arte del siglo XX. Nada menos que el malague?o Pablo Picasso, el m?s importante artista de la centuria, se bas? en Las meninas para elaborar diversas series de composiciones. Otros notables artistas modernos, como Francis Bacon, Antonio Saura o Manolo Vald?s, tambi?n se inspiraron en su pintura para elaborar algunas de sus propuestas m?s destacadas.
Enlace: Vel?quez - Diego Vel?zquez I
?????????? Vel?quez - Diego Vel?zquez II
Fuentes: Biograf?as y vidas, Artehistoria, Im?genes Google y aportaciones propias.
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